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VERDI-AIDA (MARCHA TRIUNFAL)


Aída se estrenó el 24 de diciembre de 1871 con motivo de la aprtura del canal de Suez. Verdi no viajó a El Cairo: los viajes por mar estaban muy lejos del ánimo del «campesino». Por medio de un telegrama se enteró aquella misma noche del extraordinario triunfo de su obra. Despertó gran júbilo la marcha triunfal, para la cual el director de orquesta Giovanni Bottesini había llevado unidades del ejército egipcio, que también tocaron las «trompetas de Aída»; también se entendió el final sereno e íntimo, lo que dio una gran satisfacción a Verdi.
Se supone en general que el egiptólogo francés Edouard Mariette inventó y escribió la historia que encierra Aída durante sus trabajos arqueológicos sobre la época de los faraones; y que partiendo de ella, Camille du Locle creó un libreto para Verdi. Pero hay un hecho llamativo: en un libreto del celebérrimo Pietro Metastasio (1698-1782), poeta de la corte de Viena y autor del texto de varios centenares de óperas de la época barroca, hay ya una historia parecida, el amor de un general egipcio, que tiene el favor de la hija del faraón, por una esclava extranjera. El libreto se titula Nitetti y ha sido puesto en música varias veces. De todos modos, en la época de Mariette estaba totalmente olvidado. ¿Es posible que ambos, Metastasio y Mariette, se basaran en la misma antigua fuente egipcia?
Giuseppe Verdi, después de las numerosas experiencias desagradables que había sufrido con Don Carlo en París y con óperas anteriores en otros lugares, sobre todo en Italia, se hizo de rogar mucho antes de mostrarse dispuesto a componer una nueva ópera. Y ocurrió sólo cuando tuvo delante la sinopsis de Camille du Locle, el amigo parisiense y director de la Opera Comique, y vio en ella todo lo que podía esperar de un libreto interesante. Entonces confió al eficaz Antonio Ghislanzoni la redacción del libreto, en el que intervino más que nunca en la elaboración dramática y literaria.
Aída es una de las obras maestras de la ópera. La ópera italiana, la ópera romántica, la «gran» ópera encuentran aquí su culminación, pero quien quisiera ver en Aída un drama musical, también tendría razón. No tendría razón en cambio quien afirmara que Verdi había «aprendido» de Wagner. Su desarrollo es totalmente consecuente: está sometido a ciertos presupuestos, de los que tampoco pudo escapar el compositor alemán. La tendencia general de la época se dirige hacia la ópera integral, a la ópera que ya no se divide en números, que además se hace más profunda desde el punto de vista dramático y psicológico, y en la que el texto adquiere una nueva significación, llega a una relación nueva con la música. La técnica del Leitmotiv, llevada a su punto culminante por Wagner, no fue él quien la inventó en principio: Berlioz y Liszt la utilizaron antes que él, y si Verdi crea también en Aída un Leitmotiv y lo hace sonar todas las veces que se habla de la unión íntima de Aída y Radamés, o incluso cuando sólo se piensa en ella, es la consecuencia de su desarrollo natural.
En este drama, Verdi alcanza una diferenciación de la instrumentación que hasta entonces era infrecuente en la ópera italiana. Se encontraba en ese momento, a los sesenta años, en la cumbre de su inspiración y de su capacidad. En Aída no hay un solo instante flojo.
La historia de Aída nos cuenta que en El Cairo, la capital egipcia, se inauguró en 1869 un teatro de ópera italiana, por supuesto que con una ópera de Verdi: Rigoletto. El virrey Ismaíl Bajá, un partidario de la cultura europea, amigo de Francia y admirador de Verdi, pensó en una ópera conmemorativa para la futura apertura del canal de Suez, cuya terminación (por el francés Lesseps) era de gran importancia para la economía de Europa. Sin embargo, Verdi, en quien pensó en primer lugar, durante mucho tiempo no quiso saber nada de semejante proyecto. Sólo la sinopsis del libreto le hizo acercarse más al mismo. Sin embargo, la gran fecha llegó y no hubo ópera conmemorativa. Verdi trabajó en ella, y la terminó en 1870. Los decorados y el vestuario se encargaron a la Ópera de París; cuando fueron terminados, no hubo ninguna posibilidad de sacarlos de la ciudad, que estaba cercada por los prusianos. Parecía que el contrato, que tenía de plazo hasta fines de 1871, no se iba a cumplir; y El Cairo había garantizado el estreno de Aída (por la que Verdi había obtenido los honorarios más altos de la historia de la música: 150.000 francos de oro). Pero en septiembre de 1871 se firmó el tratado de paz y El Cairo pudo dedicarse febrilmente a la preparación del estreno.
Éste tuvo lugar el 24 de diciembre de 1871. Verdi no viajó a El Cairo: los viajes por mar estaban muy lejos del ánimo del «campesino». Por medio de un telegrama se enteró aquella misma noche del extraordinario triunfo de su obra. Despertó gran júbilo la marcha triunfal, para la cual el director de orquesta Giovanni Bottesini había llevado unidades del ejército egipcio, que también tocaron las «trompetas de Aída»; también se entendió el final sereno e íntimo, lo que dio una gran satisfacción a Verdi. Desde Genova, donde pasó el invierno, el maestro pasó de inmediato a Milán, donde tuvo lugar el estreno europeo, el 7 de febrero de 1872, también entre el entusiasmo del público. Los dos papeles femeninos principales fueron interpretados por Teresa Stolz, la cantante favorita de Verdi, en el papel de Aída, y María Waldmann en Amneris.
La obra se difundió con increíble rapidez por todo el globo y desde entonces forma parte del repertorio fijo de los teatros.

2 comentarios:

  1. Anónimo2:08

    q aburrida

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  2. Anónimo17:03

    estimado Javier...que hermoso trabajo..!!! esta recopilación de los grandes genios de lA MUSICA CLASICA es sencillamente extraordinaria! esta marcha de Aida nos conecta en una marcha triunfal con la entrada al mundo de lo sublime...de lo grande...bendiciones para ti!

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